Pero ¿a qué nos referimos con empresas sociales y con todo eso de la sostenibilidad? La forma más fácil de describir una empresa social, es si te pido que imagines un híbrido entre una empresa privada y una asociación civil: una empresa social es eso que sucede cuando se juntan los negocios con una misión social y ambiental.
Achis, ¿cómo así? ¿qué no el capitalismo es malo? Ciertamente, aquí no vamos a discutir sobre si puede haber consumo y negocios éticos en un mundo capitalista porque en lo que lo descubrimos ya se nos acabó el tiempo. Pero sí podemos explicarte cómo puede ser posible que las empresas sociales junten los negocios con las causas socio-ambientales.
En realidad es muy fácil: la base de las empresas privadas consiste en generar valor a través de diversas actividades para que después ese dinero extra que se crea se vaya a manos del dueño o dueños. En consecuencia, lo que suele pasar es que se busca maximizar las ganancias lo más posible, a veces a costa de exprimir a todo lo que vaya por en medio: la tierra, los trabajadores, los clientes y todos los demás recursos. El resultado ya lo sabemos: devastación de los recursos naturales, estrés laboral, monopolios y prácticas comerciales abusivas.
La propuesta de las empresas sociales es bien simple, ¿por qué no generar utilidades sin exprimir los recursos naturales, a las personas, ni a las comunidades? Es más, ¿por qué no hacer que las actividades económicas generen beneficios para todas las partes involucradas, aunque las utilidades sean más pequeñas? Hasta viéndolo de una forma pragmática tiene sentido: si no consumimos los recursos hasta el agotamiento, se pueden utilizar de forma continua de una manera más saludable.
Aquí es donde entra la sostenibilidad. Según lo define la ONU, el desarrollo sostenible consiste en “asegurar las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las generaciones del futuro”. La búsqueda por la sostenibilidad en todas las actividades humanas (pero sobre todo las económicas) nos llegó cuando nos dimos cuenta que los recursos en este mundo no son ilimitados y por lo tanto, si queremos seguir habitando este planeta, necesitamos aprender a utilizarlos sin agotarlos.
Y por recursos no solo hablamos de aquellos naturales como el agua, la tierra y los minerales, sino también las personas, sus talentos y las comunidades de las que somos parte.
Ya va quedando más claro qué es una empresa social y por dónde va su valor en torno a la sostenibilidad pero, ¿por dónde empezar? Para lograr esta misión, hace unos años se puso en marcha el que quizá sea el proyecto global más grande de la historia: “Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, 17 objetivos bien detallados con metas específicas para garantizar la sostenibilidad del desarrollo a más tardar en 2030… ya no se trata de acuerdos para el futuro, sino de transformar nuestra existencia ahora, en el presente.
Si bien el más grande impulsor de los ODS son las Naciones Unidas, en realidad es un esfuerzo global porque en su creación, promoción y trabajo se han sumado todo tipo de actores porque si queremos llegar al desarrollo sostenible ya, necesitamos juntar todas las manos posibles: países, ONG’s, redes de conocimiento, pueblos originarios, empresas, individuos y… sí, empresas sociales.
La gran fortaleza de las empresas sociales es su capacidad de innovación, adaptabilidad y autogestión para la resolución de problemas sociales y ambientales; sin embargo, ¿cómo saber qué problemas son más urgentes? Los ODS son una excelente guía para que emprendedores y emprendedoras sociales conozcan cuáles son los problemas globales y locales más urgentes, los puntos estratégicos a atacar y hacer red con otras personas, países y organizaciones que ya se encuentran haciendo algo al respecto.
Muchas veces es difícil para las empresas sociales comunicar cuál es ese impacto socio-ambiental positivo y, aunque es bien evidente que algún impacto positivo generan, identificarlo y medirlo es la tarea del millón (lo decimos por experiencia propia). En la práctica, como TEKITI encontramos en los ODS una herramienta sumamente útil para identificar exactamente cómo tu emprendimiento social está cambiando el mundo poco a poquito.
Por ejemplo, para TEKITI el “ODS 8. Trabajo decente y crecimiento económico” se fusiona orgánicamente con la misión de la empresa y ha sido una excelente herramienta para orientar nuestro trabajo ahí donde suma más valor. Adicionalmente, incorporamos los “ODS 5. Igualdad de Género” y “ODS. 17 Alianzas para lograr objetivos” a nuestra estrategia y nos dio una combinación única de enfoques que potencia nuestro trabajo.
En TEKITI, creemos que conocer a fondo cada uno de los ODS puede ayudar a otras empresas sociales a encontrar la fórmula de su impacto socio-ambiental y localizar más fácilmente otras iniciativas a las cuales sumarse.
Entonces… ¿las empresas sociales van a salvar el mundo? Definitivamente no (aun no estamos seguros de que lograremos salvarlo entre todos), pero son uno de los aliados más poderosos hacia la sostenibilidad: su capacidad de conectar lo global a lo local, de crear nuevas soluciones, de transformarse, de actuar rápidamente y sobretodo de formar redes les hace capaces de lograr impactos increíbles con muy pocos recursos.
¡Hagamos alianzas para salvar el mundo!
Si te interesa conocer el modelo de impacto de TEKITI te invitamos a leer sobre nosotras y nuestro impacto aquí.
Si eres parte de una empresa social o quieres crear una, te recomendamos sentarte a leer los ODS en este link y a conocer específicamente cómo puede contribuir tu empresa con la herramienta SDGs Action Manager de las Naciones Unidas y B Lab ¡A nosotras nos sirvió muchísimo!
Por último, definitivamente te conviene conocer el trabajo de My World Mexico y todas las formas en que las empresas sociales y todo tipo de organizaciones podemos colaborar para hacer los ODS una realidad en México: aquí.