Por lo tanto, el reto para aquellos que producimos y/o vendemos un producto es: cómo transformo la venta de mi producto en una experiencia mexicana y, si esto no es 100% posible, como complemento mi producto con una experiencia (asociada a la venta del producto).
Si bien es cierto que esto es un reto que exige que nuestra vena creativa se ejercite, más que un reto, hay que verlo como una oportunidad. La oportunidad de mostrar y compartir con el cliente informaciones acerca del origen de los productos o de las materias primas asociadas con el producto o, más aún, con las técnicas ancestrales asociadas al mismo. Esto es especialmente importante cuando hablamos de artesanías, las cuales nos permiten contar historias, darle sentido a las mismas y de ahí, construir experiencias asociadas al producto.
En la actualidad, así como las experiencias son especialmente relevantes, también lo es lo que ahora denominamos como “storytelling”. Al complementar el producto con información adicional acerca de la técnica artesanal empleada en la creación del mismo, o bien, la historia del artesano que la ha creado o bien los usos que puede tener dicho producto en forma de “recetas” y/o productos complementarios ( como por ejemplo los ingredientes que nos permitirán elaborar una nueva versión del guacamole en un molcajete – por citar alguna cosa ), le estamos dando un sentido al mismo y por lo tanto estamos iniciando la generación de una experiencia asociada a dicho producto.
Es por lo tanto sumamente importante que transformemos nuestros productos en experiencias, dándole sentido a los mismos para así cautivar al consumidor del futuro …. el cual ya está presente entre nosotros.